“Solo tú puedes decidir qué hacer
con el tiempo que se te ha dado” dice una frase de una famosa película.
Ander
es un joven como todos los demás. Tiene 24 años, es licenciado en Química,
practica deporte, sale con los amigos… Hace lo que se dice que haría un joven
de su edad. Sigue estudiando para continuar completando su currículum, ya que
pronto tendrá que empezar a buscar trabajo, y en la época en la que vivimos,
pues ya sabemos que la situación es la que es.
Su
rutina se basa en levantarse de la cama temprano bien para estudiar o bien para
ir a clases de inglés particular. Después, aunque no tantas veces como él
querría, sale a practicar deporte con la intención de hacer la mañana más amena
y hacer lo que le gusta, que nunca viene mal. Come en casa siempre que puede, y
a las tardes da clases particulares o va a entrenar a fútbol.
Desde siempre
ha sido un chico aplicado, responsable, maduro, paciente y sobre todo un poco
vacilón. Le gusta meterse con la gente, provocarle, pero siempre con buena
intención. Aunque también es verdad que a veces vacila tanto que el de al lado
se enfada, y mucho, con él. También es verdad que el enfado es instantáneo, que
no dura más de cinco minutos.
También
tiene una cualidad especial que me hace fijarme especialmente en él. Es la
capacidad de mantener siempre la mente fría. Ante cualquier situación, bien sea
buena o mala, hace las cosas pensándoselas dos veces antes de realizarlas.
Tiene capacidad para analizar la situación rápidamente y saber qué debe hacer
para que pueda salir parado de la mejor manera posible. A mí se me hace
imposible.
Pero
aparte de todo esto, también hace un trabajo que no está obligado a hacer, y
que es muy difícil realizarlo exitosamente. Lo hace tanto en casa como fuera de
ella, y se trata de ejercer de hermanos. Parece sencillo, pero en realidad hay
mucha diferencia entre ser hermano y ejercer de hermano.
Se
trata de que los más jóvenes de la casa te tomen como un ejemplo a seguir, una
persona en la cual fijarse. Llevar una buena conducta, ser amable, que esté
siempre que pueda dispuesto a ayudar, respetar a los de alrededor… eso es lo
que hay que hacer, “básicamente”. Y pongo “básicamente” porque aunque parezca
sencillo no es nada fácil, como ya he comentado anteriormente.
Y
es por eso que he decidido escribir este texto. Lo he escrito para darte las
gracias, por haber hecho de tu persona un ser en el cual me puedo fijar y puedo
tomarme como un ejemplo a seguir, como un modelo. Gracias por hacer mis días
algo mejor con tu presencia, y gracias por haberme ayudado siempre que has
podido, incluso en los momentos en los cuales pedir ayuda era lo último que se
te podía pasar por la cabeza. Espero que la hermandad y la amistad que hemos
conseguido hasta ahora no se borre ni pare, solo quiero que continúe, porque un
hermano no se tiene tantas veces como queremos. Te estaré siempre agradecido.
Sé
que nunca te he dicho las palabras que te mereces oír, ni lo haré ahora. Tal
vez sea por vergüenza, pero bueno, es lo que hay. Con que realmente pienses que
lo que pienso de ti son todas cosas buenas me vale. Y supongo que lo harás. Y
bueno, que esto no pare.
Es muy bonito que sientas eso por tu hermano, Markel. No te lo guardes, te dará vergüenza pero merece la pena compartirlo...
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