domingo, 22 de mayo de 2016

COMO ELLA, NINGUNA

Hace ya 84 años que nació ella. Nunca tuvo una vida fácil, ya que en casa eran siete hermanos y tuvo que empezar a trabajar a los 12. No tuvo la oportunidad de cursar ningún estudio, por eso quizás no será la mujer más inteligente, ni la más rica, ni la más conocida, ni perfecta, pero sí valiente y ante todo, luchadora.

Es madre de cuatro hijos y abuela de ocho nietos. Varios obstáculos se cruzaron en su vida. Primero, le tocó hacerse responsable de la escasa salud de su marido y por si no fuera suficiente, estuvo a punto de perder a una hija. Pero, aun así, ha sabido salir adelante, porque no hay nada imposible para ella. Muchas veces, me gustaría ver el mundo con sus ojos, esos ojos que ven siempre el vaso medio lleno.

Hoy he pensado en ella. No ha hecho nada más que dar y dar, por eso, creo que ya es hora de que también reciba. Recuerdo muy bien la primera sonrisa que me dedicó, las primeras lágrimas que derramó por mí, aquel dulce abrazo que me dio. No sé cómo, cuándo, ni dónde, pero sé que algún día esta carta llegara a sus manos, por eso me atrevo a decirle todo lo que durante tanto tiempo he escondido en mí.

Quiero decirle que vale millones. Que aunque parezca mentira, de mayor quiero ser como ella. Sus lágrimas son mi dolor, su esfuerzo es mi victoria y su sonrisa mi alegría. Es la mujer que yo siempre he querido ser y lo seguirá siendo, siempre, porque es única, inigualable.

Soy incapaz de decirle con palabras lo que siento; que aunque ella no lo crea, la necesito, porque sin ella, no soy yo.


Ella es amama.

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